domingo, 22 de julio de 2012

A y des venturas de un viejo boy scout. Parte II



Avatar


Hola mundo, aquí estoy otra vez, desde mi «Solución habitacional temporal», es decir, desde el camping.


Os escribo hoy porque, aunque lo relatado sucedió anteayer, hasta ahora no he podido recargar las baterías del ordenata, que como tiene tiempo ya le duran poquito.


Bueno, al grano...


¿habéis visto la película Avatar? si la respuesta es que no os cuento...
Esta peli va de unos pitufos supervitaminados que viven en la naturaleza de un mundo que no es este y son felices de cojones. Bueno, pues que van los humanos a fastidiar. La película en sí es un peñazo, tras hora y media de decirnos lo buenos que son los pitufos y lo malos que son los humanos (supongo que eso a estas alturas ya lo sabemos todos), cosa que con cuartito de hora de peli se podía haber resuelto, solo la última media hora se pone movida, es decir, que los a-vatar se lían a-guantás con los humanos.


Seguimos... estos pitufos hipertrofiados tienen un conector universal que les sirve para enchufarse a todo bicho viviente y se comunican con él, como si fuese un cordón umbilical temporal que se puede quitar y poner cuando les dala gana, algo así como el euroconector de la tele pero mas logrado.


Pues resulta que la noche del viernes comprendí que, mi hija y yo, tenemos el mismo cordón aunque no lo veamos. Veréis, como me había pegado pijá y media a montar la tienda mas la correspondiente panzá a inflar los colchones de aire (estos merecen capítulo aparte, ya llegaremos), resulta que sudé hasta el primer biberón y, lógicamente, por la noche mi cuerpo decía que quería recuperar líquidos por la vía rápida. Pues bien, lo que pasaba era que, cada vez que yo me pimplaba media botella de agua, a mi hija le daba por hacer pis, y allá íbamos los dos a los servicios a aliviar su problema. Si fuésemos indios nuestros nombres serían Gran Oso Sediento y Pequeña Lágrima Floja, porque si no fuimos siete u ocho veces entre las once y la una de la noche a estos menesteres que me parta un rayo mandado por el gran Manitú.


MUNDOOOOO, NO OS PREOCUPÉIS DE BEBER DE LA VIDA, QUE ES LO MEJOR QUE OS PUEDE PASAR, SED FELICEEEEEEES, YO LO SOYYYYYYYYYY





sábado, 21 de julio de 2012

A y des venturas de un viejo boy scout. Parte I


Mentira cochina

Hola mundo, os escribo desde la selva de la patagonia... mentira, os escribo desde... comiendo, no, desde cocinando, no, desde aperitivo, no, desde.... ostras, siempre me pasa lo mismo, no me acuerdo del nombre ni a la de tres... voy a leerlo... ¡¡¡Guisando!!!, os escribo desde Guisando, en Ávila, que me ha traído hasta aquí el día de convivencia de padres de la excursión de verano del grupo scout donde va mi hijo.

Orgulloso estoy de él, que yo de pequeño también fui boy scout y lo pasaba tan bien que, cuando creció mi hijo decidí que, al menos, lo intentase....
Bueno, nada, que aquí me tenéis, volviendo a la tienda de campaña y el colchón hinchable en vez de la habitación de hotel con sus incomodidades, como su aire acondicionado, la camarera que te hace la cama, un baño para ti solito, etc.

Como en las pocas horas que llevo aquí me ha pasado varias curiosidades he decidido dividir esto por partes para no aburriros, y la primera es esta, la he llamado Mentira Cochina. ¿y por que? os preguntaréis. 

Veréis, como mi antigua, fantástica y maravillosa tienda canadiense se quedó en la casa de mi ex, decidí recurrir a la familia para agenciarme otra para este trance circunstancial, así que mi querida hermana Flower me proveyó de los elementos básicos, tienda de campaña, colchones hinchables y sacos de dormitar (esa es otra historia).

La tienda es de Igloo, de estas cosas nuevas que ha inventado la técnica y que yo tanto se apreciar, así que cuando llegué al camping y determiné cual sería mi parcela se me vino a la mente un anuncio de Decatlón en el que un pavo cogía su tienda, la lanzaba al aire y, mientras subía se hinchaba la cosa esa y, al caer, aterrizaba ya creo recordar que incluso con las piquetas puestas...

¡¡¡Esta es la mía, me dije!!!

Total, que cojo la tienda en cuestión, la largo al aire todo lo alto que pude (que fue bastante porque no pesaba mucho) y.... ¡¡¡A plomo!!!, aquello calló a plomo y tan enfundada como cuando despegó...
«Leches, pues no ha salido», me dije... Mira que si hay que decir unas palabras mágicas o así....
Así que cogí la tienda de nuevo y, como las únicas palabras mágicas que sé son las que son, le pegué un segundo vuelo a la tienda y, cuando estaba arriba del todo grito como un poseso...
¡¡¡MONTATE SÉSAMO!!!
Pos no, volvió a caer tal y como despegó. Lo único que conseguí fue que una creciente parroquia se arremolinase al rededor mía con mirada extraña y sonrisa jodiente.
Empezó a preocuparme el tema, así que determiné que el tío de decatlón debía haber hecho algo de trampa e, igual, había que sacar los trastos de la bolsa y tal...

Saqué todo, que consistía en una tela grande, una tela menos grande, unos bastoncicos así como de cieguito y unas piquetas y... ¡¡¡vuelo vaaaaaa!!! 

¡¡¡CAGÜENELDECATLONDELOSCOJINES!!!

Aquello volvió a aterrizar tal y como despegó pero, esta vez, todo desperdigado, piquetas volando por aquí y allá, los bastoncicos arrasando lo que veían y las lonas cayendo como un pajarico herido, pero llegó todo al suelo hecho un montón de mierdecilla.
El único efecto positivo es que la multitud que me rodeaba salió desperdigada, no sé si alguno de ellos con una piqueta clavada en un ojo o algo así, pero creo que con la cara de mala ostia que se me estaba poniendo pensaron que mejor no venir a reclamarme por si le sacaba la piqueta del ojo y se la metía por el ojete.

Total, que ya me convencí que el de decatlón era un cabrón y que aquella tienda no debía ser exactamente como la que me había prestado mi hermana.

Me puse a buscar entonces el manual de instrucciones, pero ante su inexistencia me dije...
¡¡¡Pablo, o le echas imaginación o esta noche duermes al raso!!!
Así que cogí los bastoncicos, que por cierto estaban unidos por una cuerdecica interna y me dije... Esto va a ser para hacer la vaya, que como esta tienda es de las caras, debe tener su sistema para hacerte una parcelita exterior y que no moleste la gente y tal, pero no, finalmente resulta que había que empezar a unir un palitroque con otro y, cuando tenía aquello ya la longitud de un carril de la vía del tren Santurce-Sevilla me dije.... ¿y que cojona hago yo ahora con esto? ¿no será para hacerse una endoscopia o algo así? 
total, que monté los tres palicos que llevaba eso y, fijándome de reojo (no era plan de demostrar que no tenía ni pajolera idea de como hacer eso) en unos pavos que estaban montando cerca otra,  vi que tenia que meterlos haciendo cruz por un enganche del centro de la tienda, luego engancharles unos ganchicos que tenía colgando el techo de la tienda y, finalmente, meterlos por unos agujericos de los laos.
Luego clavé las piquetas, que yo veía que sobraban piquetas por un tubo, por cierto, que buscaba yo la forma de clavar las piquetas de 8 que llevaba mi cuñado y no sabía como hasta que descubrí que no es que fuesen un nuevo tipo de piquetas en forma de 8, es que estaban dobladas como si las hubiese retorcido el demonio, así que tuve además que ejercer de herrero hasta que conseguí medio enderezarlas.
Por último le puse el sobre-techo, que esa era la tela mas ligerica que llevaba el paquete y, tras darle varias vueltas a la capa de torero esa sin saber qué lado iba para donde, determiné que la ponía de una forma que me pareció lógica y, si no era, que le diesen.

Gasté al final casi todas las piquetas tipo 8 que tenía mi cuñado, le puse vientos y tal y decidí que, por moesna que fuese, como una buena tienda canadiense con avance no había nada en el mundo, que es lo que yo había aprendido a montar de pequeño con mis queridos Scout.


MUNDOOOOO, SED FELICES. YO, DESDE AQUÍ, LO MÁS PROFUNDO DE LA SELVA PATAGÓNICA, LO SOYYYYYYYYY, Y LO SEGUIRÉ SIENDOOOOOOOO